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Andrés Aguinaga Oliver

Poemas (VII)

Porque me miras, me tocas

Porque te acercas, me rompes

Entrar al inexpugnable, mi metro cuadrado

Construyes tu alameda, sacas de paseo mi alma

prendes el alumbrado de mi mente

cansa no me verte, tiendes mi intimidad

secas mis maldades.

 

Por unos días demás u otros de arena

Recibo tu aliento de postre a mi gozo en

Libertad de campanas, que tañen, saltan

Prendidas a tu pelo de ajenjo y jengibre;

Cuculí serrana vuelve a tu mundo cargado de cruces

Iglesias y ventanas

 

Alma dulce, clava

Entonces: abre, cae suave ven requiebra, acompáñame de principio a fin

Atrévete a ser luz, empáchate de deseo

atosígate de cariño y sol de espátula

 

No oigo el silencio de tu movimiento ni el eco de una caricia que se desprende aún así me dejas recorrer tu llanura, empapado de ternura, sexo y violeta, descabalgo mi cansancio en el manto de tu cuerpo

Tomo aire del adentro me consumes

Salta mi sangre hirviendo de calor, que produces deslizándome por mis dedos a intimidades entre pecho, alma y piel.

 

Tu voz como agua, ronca, clara, río que baja y cae de cielo, rota en peña

Corriendo en el atardecer perdiéndose en cada paso reflejando cielo y hiel

Para tu viaje, esforzado trabajo

Regando raíces permites la vida

Floreces al hombre y sobretodo al niño

Pudiendo faltar de todo pero habiéndolos

Sobra siempre la alegría

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